Grandes canciones: «Miss Sarajevo», de The Passengers (en memoria de Luciano Pavarotti)

Mi querido, admirado y no siempre comprendido por el alumnado profesor de literatura medieval, José María Díez Borque, ávido, voraz devorador de anecdotillas con las que nos deleitaba mientras luchaba desaforadamente con un absurdo micrófono transparente (que sonaba menos que su voz cuando hacía uso de él), nos saludó una tarde con un chascarrillo, según el cual decía haber escuchado a un par de señoras, imagino que perladas y «laqueadas», que les gustaban muchos los tres tenores:

-Sí, mujer, José Carreras, Plácido Domingo y Tutto Pavarotti.

Luciano ha muerto. Y si te encuentras a medio camino entre un digno aficionado al bel canto y alguien que detesta a los cantantes de música «seria» que se dedican a hacer bufonadas para ganar dinero, podrás ver en el tenor un tipo afable, admirable y dueño de una voz prodigiosa que, a decir de los entendidos (que dicen entender mucho), ha sido una de las más fascinantes y de mejor timbre de las últimas décadas. Yo no soy ni mucho menos experto, pero reconozco su extraordinario valor bocal. Y no me considero ni mucho menos un anti-tres-tenores sin paliativos, porque supongo que una oportunidad así de forrarte, a pesar del a menudo patético espectáculo, no puede ser desaprovechada tan fácilmente; y si me apuráis un poco, es una buena forma, o una forma como otra cualquiera de acercar eso que llaman «música culta» a quien no lo es, o es culto de otro modo. En fin, que en definitiva, Pavarotti me parecía un buen tipo, y siempre es una lástima que un buen tipo se atreva a dejarnos algo más solos para irse al otro barrio.

De algo sé más, aunque tampoco mucho, no os creáis: de «música moderna». Sobre todo de la que se confunde con mis impulsos vitales. Corría el año del señor de 1995, y los irlandeses U2 atravesaban, desde mi punto de vista, el momento más dulce de su carrera, después de haber publicado Achtung baby y Zooropa, justo antes de perderse irremisiblemente para la ciencia y de haber perdido por completo la inspiración. Era tal la «U2manía» que no había película que no incluyera una canción suya o no había un momento del día en el que no pudieras ver un vídeo suyo en la tele (hubo una época anterior al youtube, os lo prometo).

Por esa época era ya famosísima la amistad que unía al grupo con Pavarotti, sobre todo al histriónico y ególatra (pero buen cantante, eso no me lo puede discutir nadie) Bono con el de Módena. Bien, pues en ese año unos alternativos «U Two» decidieron reinventarse a sí mismos en un grupo nuevo llamado Passengers (en el que incluyeron, puesto por el ayuntamiento en los conciertos y apariciones en vivo, al propio Brian Eno, mítico productor de todo el tinglado y ocasional teclista para la ocasión), con el que editaron un único disco titulado «Original soundtrack 1» y en el que, además de varios cortes inclasificables, se incluía la canción de la que hoy os hablo, «Miss Sarajevo».

Único single del álbum, fue compuesta por Bono e interpretada por él y Luciano. La historia de la canción narra un hecho ocurrido durante la feroz Guerra de los Balcanes, en la que era común que la población civil muriera por los ataques de serbios, musulmanes y croatas, y por las balas de algún francotirador, apostados en muchos tejados para asesinar, aleatoriamente, a aquel que pasara por delante de su mira. En medio de este caos, algunos resistentes pretendían continuar sus vidas con un mínimo de normalidad, y se les ocurrió organizar un desfile de moda en el que elegir a la reina de la belleza de esa ciudad fantasma que estaba siendo destrozada entre todos. El concurso, como un patético y desesperado lamento,
acabó cuando las escasas participantes desplegaron una pancarta en la que se leía «no dejéis que nos maten». La leyenda urbana cuenta que la joven que resultó ganadora acabó a los pocos días tendida en la calle con un tiro descerrajado en su cabeza, lo que inspiró la canción. No he podido corroborar ese dato, pero la historia ya es de por sí suficientemente alucinante como para necesitar ese epílogo.

Aquí os dejo con el vídeo del tema. Podéis criticar su música, o no, pero no hay nada más emocionante que una canción con una larga historia detrás.

Sirva también como homenaje al tenor italiano, al que podéis ver muy ufano, compartiendo escenario con el grupo. El modo en el que se eleva su voz en medio del crescendo del tema es una de las imágenes sonoras que me llevan acompañando desde hace más de diez años. Espero que también os guste a vosotros, queridos lectores.

Luciano, descansa en paz, y valga el eufemismo.