El tiempo tiene los pasos cortos

Con el paso del tiempo entiendes que estamos aquí por puro milagro, que somos una casualidad cósmica y que ni siquiera sabemos si estamos solos. No tienes claro ese abstracto concepto de humanidad, de planeta madre, de ser un pueblo elegido, cuando somos, en esencia, detestables; y en definitiva lo que te pase a ti y a los tuyos le trae sin cuidado a un ciudadano nepalí, senegalés, antillano, brasileño o de La Pampa. Ni siquiera le importas al vecino de al lado. Comprendes que casi es mejor que seamos únicos, porque si no o nos cargaríamos al otro o éste nos fulminaría con un rayo.

Con el paso del tiempo entiendes que la religión no satisface el amargor de la angustia de la existencia, que es demasiado difícil convivir con la finitud cuando eres consciente de ella, de que la fe podrá mover montañas, pero no me basta para asumir que un día no estaré, y que un día mi planeta será nada, y que nada era antes, y nada seré. Es, simplemente, para volverse tan locos como el bueno de don Miguel.

Con el paso del tiempo comprendes que el entramado que te rodea está tan bien atado que resulta pasmoso, que este ordenador que uso, esta casa que habito, que estos zapatos que gasto o esta ciudad que piso no es más que un tablero de un juego en el que no participo, que todo se pierde más allá de los números y que uno jamás tendrá el estómago para mover los hilos porque no le pertenece, porque están allá arriba, y tu cuna no está hecha con el mismo material de aquellos que los mueven.

Con el paso del tiempo descubres que somos esclavos de la belleza, que a la gente hermosa se le perdonan más cosas, que por la belleza la gente mata o muere, y que es ése un juego demasiado perverso. Y descubres que la belleza se esconde en más sitios, en unos ojos, en unas manos, en la curva de una espalda o en la inteligencia. Descubres que hay corazones y mentes bellos, y que el mundo está medido con el oxímoron de una belleza que no es bella.

Con el paso del tiempo aprendes que no hace falta un pene de veinte centímetros para satisfacer a una mujer, que el sexo no es el que sale en las películas, y que todas las pieles que has acariciado son demasiado pocas, pero que poner tus manos sobre la piel que quieres hace que el mundo merezca la pena.

Con el paso del tiempo te das cuenta de que tus manos están hechas a la medida de tus sienes. Que el mundo se concentra en una pequeña esfera iridiscente cuando cierras los ojos, y que no entender nada no significa que el tiempo, con sus pasos cortos, no te pueda hacer mejor, pero sí más sabio.

Con el paso del tiempo comprendes que los primeros días del año se parecen demasiado al resto de días, pero aún con eso te reservas una vana esperanza de que el mundo pueda cambiar. Que el calendario es tan artificial como los sueños, y que nada, nada se debe tomar demasiado en serio.

Feliz y liviano 2013, queridos lectores. Nos veremos por aquí, si os place.

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